Harold Calderón atraviesa el restaurante de comida caribeña con la confianza de quien baja en pijamas a sacar comida de la refrigeradora. Su look no se distancia de esa soltura: camiseta sin mangas, cargos por debajo de la rodilla, y sandalias de velcro al mejor estilo mochilero. El pelo lo tiene recogido en una especie de moño mañanero y su barba, en la que ya se entrevén algunas canas, le cae unos siete centímetros bajo el mentón.
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