El largometraje
Nadie sabe que hoy jugamos llegará para ocupar un espacio en el foco de la memoria colectiva costarricense. Dirigida por
Valentina Maurel y
Felipe Zuñiga, la película retrata con sensibilidad y contundencia los vínculos entre deporte, identidad y género a través de la figura de
Shirley Cruz, una de las futbolistas más influyentes en la historia del país.
Lejos de ser una biografía tradicional, el filme construye una narrativa que entrelaza el pasado, el presente y el futuro del fútbol femenino en Costa Rica. Su título –tomado de una reflexión colectiva de las propias protagonistas– resume el tono íntimo y político de la obra: una historia compartida que, durante años, permaneció silenciada o invisibilizada.
Una apuesta por la memoria y la representación
A través de material de archivo, testimonios personales y momentos cotidianos,
Nadie sabe que hoy jugamos documenta no sólo el regreso de Cruz, al país para jugar con Liga Deportiva Alajuelense, sino también el contexto social y deportivo que rodea a muchas futbolistas que aún luchan por condiciones equitativas dentro y fuera de la cancha.
El filme se aleja de la épica deportiva tradicional para centrarse en los afectos, las renuncias y las alianzas que han sostenido al fútbol femenino a lo largo de los años. Con una mirada respetuosa, la directora logra mostrar la dimensión humana detrás de las estadísticas y los títulos.
Cine como herramienta de transformación
Esta película no solo pone el foco sobre una figura emblemática del deporte nacional, interpretada por
Adriana Álvarez quien también participa como productora ejecutiva, sino que cuestiona las estructuras que han impedido el reconocimiento y desarrollo del
fútbol femenino en el país. En ese sentido, la obra se convierte en una pieza cinematográfica relevante no solo para el público deportivo, sino también para quienes buscan comprender cómo el cine puede contribuir a los debates sobre
equidad, visibilidad y memoria.
Un espacio de encuentro y reflexión
Más allá de su valor documental,
Nadie sabe que hoy jugamos se presenta como una herramienta de diálogo intergeneracional. Su producción representa una oportunidad para visibilizar historias que han sido históricamente marginadas y para abrir espacios de conversación en torno a los
derechos de las mujeres en el deporte.
Actualmente, el equipo de producción continúa filmando la película, ya que reanudaron con el proceso a mediados del mes de abril. Con una propuesta estética sobria y una narrativa emocionalmente honesta, esta historia se posiciona como un futuro referente dentro del cine costarricense contemporáneo y confirma el poder del audiovisual para contar lo que por mucho tiempo no se ha dicho.