El presidente de Estados Unidos,
Donald Trump, ha lanzado una propuesta dirigida ahora a la industria global del cine,
imponiendo un arancel del 100% a todas las películas producidas fuera del país norteamericano. La medida, anunciada a través de su red
Truth Social, busca frenar la “decadencia” del cine estadounidense y responder, según él, a una amenaza a la seguridad nacional.
“La industria cinematográfica en Estados Unidos está muriendo rápidamente”, detalló Trump, apuntando a los incentivos fiscales que ofrecen otros países para atraer producciones, lo que —en sus palabras— constituye una “mensajería y propaganda extranjera”.
Aunque todavía no se ha detallado cómo se aplicaría tal gravamen, la declaración ya ha generado desconcierto en la comunidad internacional. Las producciones cinematográficas suelen ser fruto de colaboraciones multinacionales, y es habitual que una misma cinta se filme en varios países. Como un ejemplo claro y reciente, la próxima entrega de la tan conocida y famosa saga
Mission: Impossible, refleja esta complejidad logística.
¿Es viable este arancel?
El anuncio plantea más preguntas que respuestas. ¿Cómo afectaría un impuesto así a películas independientes, a festivales internacionales o incluso a los consumidores? ¿Podría alterar la diversidad de la cartelera estadounidense o derivar en censura indirecta?
Según datos de la
Motion Picture Association, las exportaciones de películas estadounidenses generaron más de 22.000 millones de dólares en
2023. A pesar de la caída en la producción local —con una disminución del 26% desde
2021 y una preocupante fuga de rodajes a ciudades como Toronto, Londres o Praga—, el cine de Hollywood sigue dominando las pantallas del mundo.
¿Cómo podría afectar esto al cine costarricense?
- Mayor barrera de entrada al mercado estadounidense: Si se impone un arancel del 100% a películas extranjeras, cualquier producción costarricense que busque distribución en cines de EE. UU. se enfrentaría a un costo adicional que podría disuadir a distribuidores de adquirir derechos o exhibirlas. Esto limitaría la visibilidad internacional del cine nacional.
- Reducción de oportunidades para festivales y distribución: Aunque muchos festivales funcionan independientemente, la posibilidad de exhibición comercial o plataformas de streaming estadounidenses podría verse comprometida si estas medidas se extienden a otros formatos de distribución.
- Impacto simbólico y político: Esta política refuerza una visión proteccionista que podría afectar futuras coproducciones con EE. UU., alianzas institucionales o incluso el acceso a fondos de colaboración.
- Preocupación para cineastas emergentes: En una industria ya limitada por recursos, el cine costarricense perdería una de las pocas ventanas importantes hacia audiencias internacionales, sobre todo en circuitos culturales latinos de EE. UU. como en California, Texas o Nueva York.
- Incertidumbre para películas con producción compartida: Muchas producciones pequeñas o medianas tienen equipos técnicos o de postproducción en diferentes países. Si una obra tiene algún componente extranjero, podría ser objeto del arancel incluso si parte del trabajo se realizó en EE. UU., creando confusión legal y costos extra.
Entre la nostalgia y la protección
Esta no es la primera vez que Trump interviene en el sector cinematográfico. En 2016, antes de asumir la presidencia, propuso a Mel Gibson, Jon Voight y Sylvester Stallone como “embajadores especiales” de Hollywood, con el objetivo de devolverle su esplendor. Ahora, vuelve a apelar a ese imaginario nacionalista, buscando repatriar la producción a toda costa.
California, el corazón tradicional del cine, enfrenta una caída prolongada. Las recientes huelgas en la industria, los incendios forestales y la competencia internacional han mermado su liderazgo. A pesar de los esfuerzos del estado —como la ampliación del programa de créditos fiscales—, otras regiones ofrecen condiciones más atractivas.
Impacto en la cultura y en la cartelera
El cine es una de las expresiones culturales más poderosas y exportadas del siglo XXI. Un arancel de esta magnitud podría no solo distorsionar el mercado, sino también empobrecer la oferta cultural. Desde clásicos europeos hasta animaciones asiáticas, las películas extranjeras han sido claves para ampliar los horizontes de millones de espectadores.
Para los críticos, la medida apunta más a una postura política que a una solución real a los desafíos de Hollywood. En una era donde las plataformas de streaming y la producción global son norma, levantar muros tarifarios podría resultar contraproducente.
¿Un impulso al cine local o una amenaza a la diversidad cultural? La industria global espera respuestas, mientras los espectadores y creadores siguen atentos a un posible giro radical en las reglas que parecen impuestas sobre la producción en el cine.