Alexandra Latishev: “Un cortometraje debe tener lenguage propio”

Alexandra Latishev es una de las directoras de cine costarricenses que más han dado de qué hablar recientemente. Su filme “Medea”, ganó el premio a Mejor Largometraje Centroamericano en el Costa Rica Festival Internacional de Cine 2018 y el Premio de Cultura Armando Céspedes Marín en las categorías de Producción y Dirección. Asimismo, su obra fue escogida para representar al país en la categoría de película extranjera de los Óscar 2019.

Este año, ella formará parte del jurado del shnit junto a Marcelo Quesada y Catalina Murillo.

“Siempre me entusiasma ser jurado porque es una forma de acercarme a lo que se está haciendo en el país y en la región.” Para Latishev esta es una oportunidad de trabajar con personas con quienes no trabajaría en otras circunstancias, así como de escuchar otros criterios y puntos de vista.



Latishev confía en que el shnit 2018 será de un alto nivel tanto en la selección internacional como en la nacional. “Creo que hay cortos que vale mucho la pena ver. El corto es un formato tan difícil de ver en otras circunstancias que ver cortos en la pantalla grande de verdad es una oportunidad que no pasa siempre”, dijo.

Según su criterio, un buen cortometraje logra en poco tiempo plantear personajes, un conflicto, y una circunstancia dada. “Te logra de alguna manera emocionar o tocar o lo que estés realmente buscando. Eso no es fácil porque tenés que crear un vínculo con el espectador en poco tiempo. Es un reto y no es cualquiera que lo hace.”

Con respecto a la dificultad de encontrar espacios para mostrar cortos, la directora reconoce que es un mercado muy difícil. Sin embargo, ella cita ejemplos como el festival francés Clermont-Ferrand, para darse cuenta que hay miles de distribuidoras y festivales que se dedican únicamente al cortometraje.

La directora también plantea la posibilidad de explorar otras plataformas. “Un corto es una pieza que se puede utilizar en diferentes espacios. Su duración permite que sea digitalmente distribuible. Se puede explorar muchísimo el mundo transmedia y mezclar el cortometraje con otros lenguajes”, explicó.

Latishev opina que es natural que lo primero que se genere sea el interés del gremio, pero cree que sólo hace falta ver cómo se llena el Cine Magaly en una función de cortos para saber que existe un público grande. “Te das cuenta que hay gente interesada en ver cortos que no trabaja en el mundo audiovisual. Sí creo que aún es medio segmentado pero creo que ese es un trabajo que se hace poco a poco.”



Para la realizadora, si el shnit ha estado por ocho años en Costa Rica es porque hay un público para eso y que el público se debe educar y se debe construir para crecer. “El público tico no necesariamente está acostumbrado a este formato, pero sí se ha empezado a abrir y eso es muy esperanzador.”

Lo más importante para ella es que un corto genere emociones en poco tiempo y tenga un lenguaje propio. Latishev piensa que a veces hay cortos con una factura perfecta y con un guión redondo, pero que tienen un lenguaje que parece ya haberse visto mil veces antes. Por eso ella ve la necesidad de ser arriesgado con el lenguaje.

“Yo veo películas porque quiero que me digan cosas nuevas. Yo voy al cine para buscar una mirada nueva.”

Según su criterio, hay algunas historias que están hechas para cortos y hay otras que están hechas para largos y es válido que crezca ambos mercados y que el cortometraje llegue a crear entusiasmo.

“El corto es un lenguaje más dentro del cine. De repente puede ser una forma para directores emergentes de aproximarse a un lenguaje, pero también puede ser para cualquier otro director.”
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