Todo comenzó con un accidente. No era su objetivo ese día ni lo andaba buscando, pero, a fin de cuentas, se dio. Su primer encuentro con la actuación fue en el gimnasio del Liceo diurno José Martí, en Puntarenas. Uno de sus amigos le pidió que lo acompañara a una clase de teatro y Leynar aceptó. Al llegar antes, se quedó afuera del gimnasio esperando a su amigo y el profesor de actuación Danilo Montoya lo invitó a pasar para ver si la clase le gustaba. Veinte años, una serie exitosa a nivel mundial en Netflix y muchas películas internacionales, se podría decir que sí: a Leynar definitivamente le gustó la actuación.
Al inicio de la clase los ejercicios se le dieron fácilmente y por eso, a los 17 años de edad, decidió actuar en el colegio.
“Hicimos unos ejercicios de calentamiento e imaginación: Haga que está jalando una cuerda, volando un papalote, pescando. Eso de imaginar cosas me gustó”, dijo Leynar.
A sus treinta y ocho años de edad ya ha imaginado ser un preso enamorado, un secuaz de Pablo Escobar, un preso enamorado, un campesino , decenas de papeles que hoy lo han convertido en actor costarricense de mayor renombre internacional.
A pesar de que fue en noveno año cuando tomó la decisión de empezar a actuar en el colegio, 5 años antes había tenido por primera vez la experiencia escénica en los actos cívicos de la escuela Mora y Cañas, allí interpretó cinco papeles. Con pantalón azul, camisa blanca de manga larga y unas patillas pintadas en su cara hizo de Juan Santa María. El mismo año, vestido con un saco de yute y una corona, fue el Rey del Maíz y, posteriormente, participó de payaso y de Charlie Chaplin.
“Era vacilón porque mi sensación en ese momento era ser otra persona, como jugar, era muy consciente de que no era yo. Me gustó, pero no trascendió a más”.
Comenzó su aventura con 17 años y la obra El indigente, allí superaron cada una de las pruebas del Festival Estudiantil de las Artes y gracias a eso el grupo de teatro de la Universidad de Costa Rica (UCR) llamó a Leynar como refuerzo, lo que le permitió ganar una beca para iniciar su carrera en educación. “Mágico”, esa es la palabra con la que Leynar describe esa etapa de su vida: ir a la universidad era algo que aún no pasaba por su mente.
“Para mí eso presentaba algo abrumador porque yo veía a los chicos de universidad, y decía: wow, la Universidad de Costa Rica, gente muy inteligente, hacen teatro, ejercicios de respiración, calentamiento, las luces”.
A lo largo de su vida ha intentado estudiar artes dramáticas y, por distintas razones, hasta el día de hoy no ha podido concluirlas, pero eso no le ha impedido formarse en la calle y realizar distintas obras, series, películas y monólogos.
“El año que finalmente decidí estudiar me tuve que ir a otro país porque fui a hacer una producción de teatro y ya me ausenté un mes. Luego, después en el tiempo, intenté hacerlo otra vez, pero no, no he podido estudiar artes. Ahora hace poco fui a España, me aceptaron en una Universidad muy prestigiosa: en la UAB (Universidad Autónoma de Barcelona), en una maestría y por cosas de la pandemia me tuve que devolver a Costa Rica”.
Durante su época universitaria, Leynar decidió hacerse su propio currículum; ingresó a uno de los programas de grupos actorales de la universidad, allí tomó liderazgo y fue un propulsor para que el grupo tuviera una mayor proyección no solo en el país, sino también en el extranjero por medio de congresos, simposios y eventos que giraban en torno a la actuación.
Al mencionarle el nombre de su profesor de teatro Danilo Montoya, no duda en contar los aportes que este tuvo para su vida y donde quiera que vaya lo reconoce como su mentor.
“Danilo ha sido una persona muy importante en mi vida porque él fue el que me abrió las puertas al teatro y siempre me dio una lección de humildad con el ejemplo. Me decía: Vea Leynar, usted cuando esté en un festival de teatro tiene que manejarse tranquilo, sencillo, no ser pretencioso. Si usted llega y hace una gran actuación va a llamar la atención, pero si usted pretende ser y luego no es, va a quedar mal. Entonces es mejor saber que usted tiene un potencial y dar lo mejor que pueda y manejarse. Cuando usted suba a un escenario, hónrelo, súbase descalzo, sienta que es un espacio privilegiado y mágico”.
Incluso al día de hoy, cuando Leynar habla con su maestro, dice sentirse como ese chiquillo de 17 años una vez más.
“Él representó una persona muy importante porque a pesar de que no continuó sus estudios en teatro, su formación fue similar a la mía: haciendo teatro en una época muy compleja en Puntarenas cuando no habían posibilidades artísticas y gracias a él muchos artistas han hecho su carrera y en aquel momento descubrieron el arte al igual que yo, él ha estado ahí siempre” dijo Leynar.
El mes de mayo, ha sido uno de los que mayor exposición ha tenido el actor, ya que varias de sus películas se han estado transmitiendo simultáneamente en el mundo. La película El despertar de las hormigas se encuentra en las carteleras virtuales de Sala Garbo, Costa Rica y en la plataforma española Filmin, la serie Narcos continúa vigente a nivel mundial en Netflix, Sumergible se estrenó en Ecuador y su más reciente película “Hacia la batalla” llegó a cines franceses.
Esta última, ha sido una de las experiencias más importantes en la vida de Leynar, ya que fue grabada en Colombia y fue parte de la Selección Oficial del Festival de Tokio, Japón, uno de los eventos cinematográficos más destacados a nivel mundial.
“Ser parte de eso, este mae que vive en el puerto, que cada vez que llega aquí se deprime de ver este melancólico ambiente artístico… imagínate lo que es estar allá” recuerda Leynar.
Según mencionó Leynar, el proceso de selección de la película Hacia la Batalla dirigida por Aurélien Vernhes-Lermusiaux, nació a partir de su participación en la serie Narcos, de Netflix. Al inicio se esperaba que se realizara en México; sin embargo, la decisión final fue filmar en Colombia. Una vez definido el país, el agente de Leynar en España recibió una llamada telefónica de parte de la producción, Leynar envió un video para su audición y fue seleccionado para el papel.
“Para mí fue muy interesante el proceso porque algunas indicaciones durante el casting eran del francés al inglés y del inglés al español, fue una audición en donde me sentí, muy cómodo, muy tranquilo y fue una experiencia muy significativa para mí”.
En la película, Leynar interpreta a Pinto, un campesino del período en que Francia invadió México. Un hombre que no quiere la guerra, pero se ve envuelto en una situación donde es víctima de ella y, por razones inexplicables de la vida, conoce a un fotógrafo francés llamado Louis (protagonizado por Malik Zidi), quien lo toma de rehén. Louis pretende demostrar el daño que puede causar el conflicto y la violencia y por eso pretende fotografiar la guerra.
“Desde el inicio fue maravilloso porque el elenco técnico fueron personas con un carisma increíble. Nosotros los actores y actrices tenemos un desprendimiento de la vergüenza, la pena y el pudor y de manera natural siempre florece el humor”
Al actuar en el cine lo que más disfruta Leynar es el momento en el que todo fluye; cuando al trabajar en conjunto se logra una sinergia y toda la producción trabaja en equipo.
Hoy, este actor no le cambiaría nada al joven de 17 años que comenzó con el profe Danilo Montoya. Solamente le aconseja que continúe su vida tal cual, porque un mínimo detalle no le permitiría llegar a ser quien es ahora.
“Mae, manténgase con ese espíritu de seguir porque vendrán más castings y muchas más películas”