A Los Miserables se le puede acusar de muchas cosas, pero ser aburrida no es una de ellas, y aunque se pueda amar la novela, odiarla o no sentir más que indiferencia, es imposible negar el impacto universal que ha tenido. Quizá la mayor prueba yace en que durante un siglo y medio no ha dejado de imprimirse, venderse y adaptarse.
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