
Ariel Escalante Meza es un promisorio cineasta costarricense quien, en su corta carrera, ha cosechado grandes éxitos. Su primer largometraje, El Sonido de las Cosas, representó a Costa Rica para los premios Óscar y Goya en el 2017 y recibió el Premio Especial del Jurado en el Costa Rica Festival Internacional de Cine (CRFIC).
Además, ha dirigido dos cortometrajes, uno de los cuales (Musgo, 2014) ganó el premio al mejor corto en el CRFIC, y ha fungido como montajista en producciones como Ceniza Negra, de Sofía Quirós, y Princesas Rojas, de Laura Astorga.
Domingo y la Niebla es su segundo largometraje, el cual terminó de rodar el mes pasado. Filmado en la comunidad de Cascajal de Coronado, esta cinta retoma temáticas exploradas en sus obras anteriores, pero se diferencia por su compromiso social y político.
Escalante, quien afirma que concibió esta película desde un lugar de contradicción, buscó unir una historia fantástica con la realidad social de una comunidad, en un filme que bebe tanto del surrealismo como del género documental.

¿De dónde surge la idea inicial para el guión de Domingo y la Niebla?
El duelo es algo que a mi me ha cuadrado bretear desde hace mucho tiempo. Hice mi primer corto sobre duelo en el 2011, se llamó A partir de ahora solo nosotros. Ahí empecé a trabajar el tema del duelo, que después repetí en el 2014 con un corto que se llama Musgo, que después repetí en el 2016 con mi primera peli, que es El Sonido de las Cosas, y ahora entramos a eso con Domingo y la Niebla, que trata sobre este adulto mayor de campo que es viudo y tiene una relación con el fantasma de su esposa que vuelve a través de la niebla. Entonces es, por decirte, el cuarto capítulo de una exploración temática que vengo haciendo desde hace, literal, 10 años.
¿Por qué te llama tanto la atención este tema?
Vieras que por muchas razones desde muchos lugares. Es poner a un personaje ante un conflicto que literalmente no puede resolver. Me cuadra porque se vuelve impredecible. O sea, por un lado se vuelve súper predecible lo que puede hacer este personaje —cualquier personaje que pongas a lidiar con el duelo— porque no puede hacer lo que quiere hacer, que es que vuelva esa persona. Pero al mismo tiempo se vuelve impredecible, sabés, ¿por dónde se puede ir la vara?
Entonces la idea inicial de Domingo y la Niebla es un tema viejo que llevas trabajando por muchos años.
Claro, conecta por ahí. Pero también hay ciertas cosas con las que conecté mucho cuando se me ocurrió esta historia. Siento que hay una necesidad y siento que hay un hueco en Costa Rica en las artes, principalmente en el cine, de politizar las cosas, de hablar directamente de temas de la economía neoliberal que llevamos arrastrando por 38 años. Me parece que este es un tema que no nos estamos atreviendo a tocar. Porque la otra parte de la sinopsis tiene que ver con una historia que sucede en una localidad muy escondida, muy perdida, muy olvidada en medio de las montañas, la cual es afectada por la construcción de una carretera. Y entonces se arma toda una cosa con esta gente que se tiene que ir, porque los están prácticamente echando en pro del “progreso”. Y esto es algo que ha pasado en nuestro país y sigue pasando todo el tiempo.

En otras palabras, es una historia sobre el duelo ambientada en una situación social y política que quieres denunciar.
Más que una denuncia, lo que quiero es politizar el arte en este momento. Siento que hemos estado haciendo, yo incluido, un cine mucho más íntimo, mucho más clasemediero y mucho más sutil sobre lo sutil. Y, a pesar de que siempre me he considerado una persona muy politizada —estudié Ciencias Políticas en la universidad, vengo de una casa, de un hogar, muy politizado, muy comprometido, de izquierda, etcétera— nunca había decidido hablar de esto directa y explícitamente en mi brete. Y decidí que era el momento.
De hecho, me inspiró muchísimo, de manera muy indirecta, porque tampoco fue que me puse a leerla, la literatura tica de los 30; Carmen Lyra, Fabián Dobles, Calufa y todos estos maes que estaban abocados a hablar de lo que estaba pasando en Costa Rica.
Además de ser una característica del clima en Cascajal de Coronado, ¿qué simbolismo tiene la niebla dentro de la historia?
La niebla en la peli es un portal hacia el más allá. Así es como lo estamos presentando, literal. Viene un fantasma a través de la niebla, ¿no? Por eso nos fuimos para allá, para Cascajal de Coronado, que es un lugar que parece estar en el otro lado. ¿Me entendés? Por la cantidad de niebla que se logra ver allá.
Yo si tengo una relación muy personal con la niebla, siempre me ha interesado un montón. Siempre he sentido que hay una vara. ¿Me entendés? Que simple y sencillamente hay una vara. Hay gente que lo siente en el bosque, hay gente que lo siente en la playa. Yo lo siento en la niebla y siempre he estado súper obsesionado con el asunto.
También hay un deseo de eludir la narración clásica o eludir la necesidad de siempre estar narrando. En esta película estamos planteando detener la narración en veces para disfrutar de ciertas otras cosas que sean más sensoriales, que sean más de imagen pura.

Ahora que mencionas ese punto, sobre detener la narrativa en la película para hacer una pausa y disfrutar de las imágenes y de las sensaciones, me parece que ahí hay una gran influencia del cine documental. ¿En qué otros aspectos de la producción de Domingo y la Niebla se refleja la influencia de este género?
Hay una vara, y esto suena a mucha paja, pero así es. Me gustaba la idea de concebir un poquito la peli desde un lugar de contradicción, ¿sabés? Como el marxismo mismo. Entonces, como que al chile quería hablar de y mostrar un minuto, dos minutos, tres minutos de la niebla correr. Que se supone raro y que te sientas raro, ¿verdad? Como la volazón. O sea, como ser surrealista. Y contraponerlo con una vara documental heavy. Yo siento, que lo más marcado del lenguaje documental acá es la manera en que rodamos la película, utilizando en su mayoría actores naturales de la zona de Cascajal de Coronado.
Hay una frase de Pedro Costa, este director portugués, que me cuadra un montón, que dice: “No tenemos que depender tanto de la imaginación. También podemos agarrar lo que el mundo nos da y narrar a partir de ahí”. Y eso como que fue muy importante para esta peli, siendo que trata sobre un fantasma que viene a través de la niebla, ¿me entendés? Que es como dejar volar tu imaginación.
Te pongo un ejemplo: en el guión había una cantina dentro de este pueblo fantasma donde todo el mundo se está yendo porque los están echando. Había una cantina. Pero me voy a Cascajal y veo que allá no hay una cantina; hay un restaurante donde venden birras. Pero si yo iba ahí no me iba a encontrar a nadie, más que gente de Coronado Centro que quería venir a sentir friito y a turistear. Entonces te vas dando cuenta: “Claro, es que en esta comunidad no hay cantina, porque en esta comunidad la gente no toma birra. ¿Por qué? Porque la birra cuesta mil doscientas cañas. Entonces, ¿qué es lo que hacen? ¿qué es lo que toman? Guaro de contrabando. ¿Dónde lo compran? Ahí.” ¿Entiendes? Y de repente eso fue parte de la película también, dentro de la ficción de la película.
Entonces, bueno, la vara documental parte mucho de eso, de que le dejamos la puerta abierta a la comunidad para que entrara e hiciera lo que le diera la gana con la película, y siento que hasta cierto punto eso la transformó un montón.

Con esto que me cuentas, veo muchas similitudes entre Domingo y la Niebla y lo que hacían los neorrealistas italianos. Es decir, el partir de la realidad y, a partir de ahí, generar historias políticas de denuncia social. ¿Acaso fue el Neorrealismo Italiano una influencia para esta película?
Si vas a politizar la cosa; si vas a hacer un comentario de clase o, más que un comentario, si vas a lanzar una pregunta; si vas a querer avivar un debate de clase en un país como Costa Rica, en el cual no se habla de clase, o sea, no se habla ni en el cine, ni en la Asamblea Legislativa, ni en las escuelas secundarias; si vas a hablar de clase, no podés desclasar la manera en que enunciás ese discurso, ¿no? Y creo que eso es muy neorrealista italiano y es muy nuevo cine latinoamericano. Entonces, claro, allí creo que me influenció mucho el neorrealismo italiano y toda la gente que viene después que fue influenciada por el neorrealismo italiano.
¿Cómo fue rodar una película con actores naturales? ¿Cuáles fueron los retos de trabajar con personas que no tenían experiencia previa en actuación?
No fue tan difícil, no fue tan difícil. Porque antes de rodar la película viví seis meses en Cascajal. Entonces, realmente no es que castié actores naturales miembros de la comunidad; castié a mis compas. O sea, ya eran mis compas, ya nos habíamos hecho amigos, ya nos habíamos pasado las horas de las horas bajándonos un litro de Cacique.
El casting fue retador en términos de que duré mucho haciendo ese casting, ¿sabes? Pero a la vez no sabía que lo estaba haciendo, surgió de manera muy orgánica. Trabajar con naturales es distinto. Claramente. Por las razones imaginables; por una técnica, por una reacción ante la cámara, por una manera interpretativa, etcétera, etcétera. Entonces el reto fue muy divertido y sí, siento que logramos cosas muy profundas con un brete bastante sólido.
