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“El Rey León”: El clásico animado que no debió volver (no así)

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En este momento se encuentra en exhibición en las principales salas de cine del país (y del mundo entero) el remake del clásico animado de Disney de 1994, El Rey León, esta vez bajo la dirección de Jon Favreau y mostrado a través de un live action (la compañía del ratón insiste en llamarlo así) que es estéticamente una obra de arte pero que carece de la arropadora emoción que poseía la versión original.

Sinopsis

Es la misma historia que vimos en 1994, escena por escena y sin sin un solo cambio en su guion, a excepción de un par de canciones nuevas. Este remake nos muestra a Simba, quien tras ver el asesinato de su padre, el Rey Mufasa, tras la traición de Scar, hermano del Rey y tío del protagonista, es exiliado de su propio reino y en su camino descubre nuevos amigos que le ayudarán a conocer el verdadero significado de la responsabilidad y la valentía.

A pesar de ser un “copy-paste” exacto de la versión original, la misma solo posee una duración de 88 minutos mientras que este remake logra contarnos la mismísima historia a lo largo de dos horas al solamente añadir una nueva canción, más diálogo y una secuencia que sigue un mechón del pelaje de Simba a través del territorio para ofrecernos una nueva ilustración del ciclo de la vida.

Donald Glover, Beyoncé, Seth Rogen, Chiwetel Ejiofor, Billy Eichner y John Oliver son parte del glamoroso elenco de esta versión de “El Rey León”.

Para salir airoso de una tarea tan compleja como es rehacer una obra ya existente, uno de los requisitos indispensables que debería cumplir todo buen remake, es desvincularse lo máximo posible del original para, aprovechando sus bases, ofrecer nuevas lecturas, aproximaciones temáticas y experiencias acordes a las sensibilidades del director responsable, cosa que tristemente Favreau no logró conseguir en esta ocasión. 

En otras palabras, El Rey León es una historia fundamentalmente fantástica y, sin embargo, Favreau ha evitado ofrecernos una representación fantástica de los personajes y su mundo. Sí, aquí los animales hablan y cantan como lo hacían en la obra original, pero se comportan en gran medida como los que aparecen en un documental de naturaleza. Eso limita lo que pueden hacer en pantalla y lo que pueden expresar con sus rostros, que permanecen estáticos sean cuales sean sus circunstancias. Claro ejemplo el de Simba, quien luce el mismo gesto cuando se enfrenta a la tragedia de su infancia que cuando se lanza sobre un escarabajo, y eso, merma nuestra capacidad del público para empatizar con el protagonista y el resto de la historia.

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