
Podrían dedicarse horas a discutir el significado cultural, cinematográfico e histórico que Luz nocturna encierra en solo catorce minutos.
No solo está, junto con el largometraje Domingo y la niebla, representando a Costa Rica en la 75° edición del Festival de Cannes, sino que es la única película de América Latina en formar parte de la selección oficial de cortometrajes, realizada entre más de tres mil producciones y ciento cuarenta países.
Aunque el triunfo de esta obra no deja de causar asombro, quizá no sea una sorpresa cuando recordamos la gran pericia artística de sus creadoras.
La película fue dirigida por Kim Torres, también directora de los cortometrajes El campeón, estrenado en el CRFIC en 2015, y Atrapaluz, estrenado en el Concorso Internazionale del Festival de Locarno en 2021; y producida por Alejandra Vargas Carballo, quien también ha producido proyectos audiovisuales tan renombrados como El calor después de la lluvia, que tuvo su estreno en la competición Ópera Prima del Tallinn Black Nights Film Festival 2017, la serie documental San José de noche, ganadora del Premio Nacional de Cultura, y el largometraje La picada, estrenado en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara, donde también se exhibió Luz nocturna.

Kim y Alejandra realizaron Atrapaluz y Luz nocturna a través de la productora Noche Negra Producciones, y también contó con la co-escritura de Luisa Mora Fernández, dirección de fotografía de Mel Nocetti, dirección de arte de Mauricio Esquivel (quien también realizó el montaje junto a Adriana Ramírez Meza) y protagonizada por Melissa C. Pérez, Valentina Chinchilla Pérez y Arturo Gael Chinchilla Pérez.
La película, filmada en Quepos, narra la historia de la joven Ale y sus hermanos pequeños, luego de que su madre los ha dejado para no volver, y sobre Ale pesa la responsabilidad no solo de cuidarlos sino de protegerlos de esta verdad.
“En esta historia sigilosa de hermanos -explicó la directora-, quise explorar el peso de una maternidad no deseada. La madre que se va y, por otro lado, el nuevo rol maternal que tiene que asumir Ale, la hermana mayor.”
Luz nocturna también presenta una interesante exploración de la naturaleza, aprovechando el espacio rural en que la historia fue ambientada; ya que, para Kim Torres, constituye una realidad onírica y, al mismo tiempo, opresiva, y es un tema que, sin duda, veremos en sus próximos proyectos, ya que la filmación de Luz nocturna también funciona como una aproximación a las locaciones y lenguaje cinematográfico del largometraje Si no ardemos, cómo iluminar la noche, actualmente en desarrollo.